viernes, 1 de junio de 2007

TAPA

LAZOS INVISIBLES




Amira Malik

jueves, 31 de mayo de 2007

PRESENTACION


"¿Crees en el amor?, ¿Crees en el destino?"- me preguntó Mónica mientras compartíamos un descanso en el jardín de mi casa. La tarde veraniega era cálida y la quietud del aire hacía la sombra de los damascos más placentera.

Ella es una soñadora de cuentos dehadas con sustento real y final feliz. Sus palabras resonaban vívidas, genuinas, su tono de voz suave y la cronología descriptiva de su relato capturó mi atención. Habíamos comenzado a degustar un aromático té de Turquía y esta era una ocasión especial para el ritual y la imaginación.

"Te contaré una historia"- me dijo y casi sin pensar me subyugó

No podía evitar ese deleite que genera en mi mente la construcción de rostros, paisajes y situaciones de los protagonistas que desfilan vagamente por el escenario de la vida, que van y vienen.

Los pájaros cantaban y la tarde fue cayendo lentamente. Cada palabra dibujaba enmí un nuevo gesto, un personaje inquieto y hasta casi quería adivinar el ansiado final que ella me hacía esperar. Recordaba mis clases de Literatura Inglesa en la universidad y ese término maravilloso que aparece en los diccionarios y no se puede explicar. Pero solo quienes buscan en el leguaje del amor logran entenderlo: "CLIMAX". ¡Sí! ella me llevaba con su narración al climax final; a esa catarsis tan anhelada que nunca figuré.





UN CUADRO DE AMOR DE LA VIDA DIARIA


UN RELATO DE PASION, ALEGRIA Y DOLOR


UN CAMINO MARCADO A FUEGO POR EL DESTINO


UN ESCENARIO CON ACTORES Y ESCENOGRAFIA SUJETOS A LO QUE SE HA "ESCRITO" Y QUE POR MERA VOLUNTAD DE ALA: ¡NO SE BORRA NUNCA!


UNA HISTORIA REAL HECHA NOVELA


Los nombres personales y de lugares han sido cambiados para preservar la intimidad de los protagonistas.
















miércoles, 30 de mayo de 2007

AGRADECIMIENTOS


A Mónica R. inspiradora principal de la historia


Al grupo literario "El Arca de los Soñadores" por su constante apoyo


A A.C. autora del título de la obra


A todos los soñadores y soñadoras que le pusieron títulos a esta hermosa historia de amor


A los verdaderos protagonistas que sin saberlo hoy viven y palpitan en esta ciudad como dos almas anónimas.

martes, 29 de mayo de 2007

DEDICADO A

A.D. y L.M.










A la magia y al amor




domingo, 27 de mayo de 2007

AVANCE


Betina Iácono es una mujer soltera de cuarenta y cuatro años que trabaja como secretaria en un estudio contable en el centro de la ciudad de Córdoba, República Argentina.

Su familia está compuesta por su madre viuda, sus mascotas y sus plantas que cuida en el delicado jardín de un barrio pintoresco en el noreste de la capital.

Su vida transcurre entre el trabajo, las actividades domésticas y sociales; casi se diría una mujer sin mayores problemas a quien la vida respetaba, menos en cuestiones del amor.

Su experiencia en el ámbito de cupido no era la más destacable y la separación que había sufrido con su ex pareja había enardecido en su alma la incredulidad y la desconfianza.
El vecindario donde residía era bastante tranquilo y las personas se conocían demasiado.

Daniel Mafud era un joven de veinte años que había nacido y crecido en una familia de nivel social medio alto, había iniciado sus estudios en la Universidad Nacional y vivía con sus padres y hermano en una hermosa casa justo al frente de la de Betina.

No solo los comercios los habían reunido en varias oportunidades, sino también los bancos, el transporte urbano y el jardín. ¡Sí! El mismo que Betina mantenía con plantas en flor y césped fresco. Allí fue donde un día entre fragancias, cortas visitas, charlas y saludos surgió el amor.

-“Hola ¿cómo estás?”, preguntó Daniel sutilmente
-“Me tengo que ir urgente a una reunión de trabajo”, contestó Betina mientras se dirigía hacia la avenida a tomar un taxi.
-“¡Yo no te pregunté a dónde ibas, sino cómo estabas!”, reiteró él mientras la tomaba de un brazo con su amplia sonrisa
.

Betina no podía ocultar su asombro ante la respuesta del joven y esa tierna sonrisa y mirada cariños despertaron su atención.

-“Bien muy bien”, respondió ella sonrojada y no pudo contener la emoción de sentir esa mano suave en la piel de su brazo tenso y endurecido por la circunstancia, “¿Y tú?”, añadió.
-“Muy bien ahora, contento de verte después de varios días. Pero .. no quiero demorarte en tus compromisos. Andá tranquila. En cualquier otra oportunidad nos vemos y charlamos”, agregó.

Ella sonrió, bajó la mirada y lo despidió, “chau Dany” y apresuró sus tacos por la acera húmeda. Había llovido toda la mañana, sin embargo en un rincón de su corazón brilló el sol, el cálido sol que iluminó su alma.

Daniel tenía veinte pero ya experiencia con algunas adolescentes que el azar le había proporcionado. Nada trascendente para recordar, solo estrellitas fugaces que cruzaron por su firmamento. Pero ella era distinta, era toda una mujer, una dama elegante, educada, suave, atractiva y muy inteligente. No sentía que fuese su madre, de hecho no lo era. Ni tampoco lo veía como un hijo pues ella no tenía hijos.

-“¿Y cuál es tu problema Beti? Ni sos su madre, ni él es tu hijo. ¿Desde cuando debemos ponerle edad al amor?”, remarcaba Loly su amiga y compañera de trabajo.
-“No es eso amiga. Es que su familia nunca aceptaría esta relación de un joven con una mujer veinticuatro años mayor. No debe ser fácil para una madre, creo…”, concluyó pensativa.

A pesar de la apariencia física jovial de ella y la increíble madurez del muchacho, captaba a menudo la doble mirada de todos la diferencia de edad.

Y la diferencia de edad entre ambos fue un factor decisivo en la toma de decisiones drásticas por parte de Alejandra y Jalil Mafud, padres de Daniel y primeros autores de indiscutida separación.

-“Escúchame hijo, te hablo como hombre, debes pensar que tienes toda una vida de estudio y profesión por delante, que en el camino de la vida una mujer de tu edad te acompañará al mismo ritmo de aprendizaje en la vida. Betina es una mujer educada y atractiva que ya ha vivido etapas que a ti te faltan. Ella necesita un hombre mayor a su lado y tú lejos estás de eso”, las palabras de Jalil más que advertencia sonaban a súplica y completaba el cuadro familiar el llanto de la madre sentada en el sillón de la sala con sus manos frotándose el rostro.

-“Tú elegiste tu vida, tu amor y te casaste con quien tu corazón amaba, te agradezco los consejos de padre, pero siento que de mi vida voy a encargarme yo”, concluyó el joven.

-“¡Daniel!, irrumpió su madre “¿te fijaste que esa mujer tiene mi edad?” reprochó desconsolada y angustiada. “¡No siente vergüenza que podrías ser su hijo!”, agregó

-“¡Mamá ni es mi madre ni yo soy su hijo!. A ver si de una vez por todas ambos lo entienden. Dejen de inventar lazos filiales entre Betina y yo. ¡Nada de lo que Uds. dicen condice con la realidad!. ¡Estamos enamorados!¿y desde cuando al amor hay que ponerle edades?”, exclamó el joven dando por finalizada la discusión.

-“Esperá Daniel tengo que darte una grata noticia”, dijo Jalil. “Esta mañana recibí en mi oficina la aceptación de la universidad en Nueva York, recuerdas el año pasado cuando desebas viajar?, pues prepara tus cosas la semana que viene comienzan las clases” añadió su padre como último recurso para asegurarse el futuro de su hijo lejos de una mujer a la que él y su esposa habían declarado “persona no grata”.

El plan para salvar a Daniel y asegurarle un futuro mejor se había puesto en marcha. El matrimonio Mafud no resignaría así nomás la realización personal y profesional de su hijo menor que cada vez más se encontraba hipnotizado por la magia de esa mujer mayor.





-“Betina cada vez que te veo, se me ilumina el día, siento que esto nunca me había sucedido y la emoción me desborda y me deja chico el cuerpo”- susurraba Daniel.





-“Dany yo también siento lo mismo pero te llevo muchos años y eso es una barrera que nos separará toda la vida. Siempre estaremos condicionados a las miradas ajenas, a la desaprobación de tus padres y a la rigidez de esta sociedad que juzga a cada ser y sus actos”- añadió ella.




A pesar del dolor y el sufrimiento ella había recorrido los caminos de la vida mucho antes que él, sabía del amor, del desamor y hasta de la traición que Lucas su ex pareja le había legado. Sentía mucho miedo y ansiedad a la vez. Sentía que Daniel era distinto, optimista, cariñoso y a pesar de su juventud, muy maduro. Y por sobretodo sentía que su compañía la hacía sentir feliz, rejuvenecida y valorada como mujer, como antes nunca lo había sentido. Presentía que algo imparable crecía cuando se asomaba a la ventana y veía la casa de los Mafud, algo fuerte se apoderaba de su corazón con cada llamada y cada mensaje de él. Esta vez era distinto, diferente y mucho más real que sus antiguos sentimientos burlados por alguien que nunca la mereció porque no supo decodificar el verdadero idioma del amor: ¡Lucas! Un tipo negativo, aventurero e insatisfecho de la vida que siempre la hizo sentir como una sombra en su inestabilidad e inmadurez.

Los días volaron y partida de Daniel a Estados Unidos estaba cada vez más cerca. A pesar que lo deseaba para su futuro profesional, su corazón le pedía que lo postergara. Tenía muchos años por delante y ahora su felicidad era su prioridad.


-“Mo iré papá, he decidido esperar un tiempo para el viaje” – le dijo Daniel a su padre


-“¿Cómo que no irás Daniel, si fuiste tú quién desesperado lo pedías el año pasado recuerdas?”- inquirió Jalil con tono de preocupación.


-“Lo sé, pero ahora cambié de opinión y he decidido quedarme”- agregó el muchacho

-"¡Ah no! Los trámites están hechos, la solicitud aceptada y la inscripción pagada. Ya no hay vuelta atrás. Esto no es una oportunidad que se pueda posponer hijo, entiéndelo”, clamaba su padre ofuscado.

Pero la situación empeoró con los comentarios, los vecinos y los comerciantes hablaban del desagrado de los Mafud, de la osadía de Betina y del desafío de Daniel hacia sus padres.

-“Qué sorpresa Señora, sabía que tarde o temprano nos encontraríamos como hoy”- exclamó Alejandra al ver a Betina entre las góndolas del supermercado.


-“¡Buenas tardes Alejandra!”- respondió con voz entrecortada


-“¿Sabe Ud. Lo que siente una madre ante la negación de su hijo de continuar sus estudios que tanto anhelaba el pasado año? ¡No claro que va a saber Ud. Que no tiene hijos! Pero quizás pueda entender que una mujer de cuarenta y cuatro años no tiene derecho de quitarle a un joven de veinte todo lo que Ud. Vivió a su manera y que él necesita experimentar con gente de su edad! ¿O es que su egoísmo se nutre de lo que le priva a mi hijo?”- reprochó desesperada Alejandra.


-“Mire Señora yo no busco ni intento nada, solo vivo mi vida y no le quito nada a nadie”- contestó Betina.


-“Sea coherente y fiel a Ud. Misma. ¡Desde hace ocho meses nos ha quitado la tranquilidad y a mi hijo! Y sepa muy bien que está hablando con una mujer de su edad y con una madre herida dispuesta a seguir hasta las últimas consecuencias.

Betina no pudo más que pensar en esos ojos desesperados de Alejandra cuando le habló aquel día entre las góndolas, sus manos temblorosas queriendo aferrarse a esos lazos invisibles que atan por siempre a una madre y a su hijo. En esa imagen de angustia y preocupación podía también entender a su propia madre que era ya grande y debía soportar los comentarios de los vecinos.

Debía entonces analizar más firmemente esta relación con sus puntos a favor y sus puntos en contra.

Daniel comenzaba recién a vivir y ella había ya resignado el amor a la traición de Lucas por lo que su corazón herido necesitaba tranquilidad y soledad.

Por una cuestión de egoísmo no provocaría daños en el futuro de Daniel, ni tampoco incrementaría el sufrimiento de su familia que tanto esperaban del joven.

Su resignación y sacrificio prevalecieron en pos del bienestar familiar de sus vecinos.



Las cartas estaban jugadas,

la partida con revancha y

los jugadores habían ya, sin querer,

marcado el dorso de los naipes.



Una mañana temprano Betina salía de su casa para ir a trabajar y como todos los días su mirada se dirigía hacia la casa del frente. Una linda construcción de dos plantas con techo de tejas francesas. En el débil color perla de las paredes relucía un gran cartel con letras rojas: “se vende” y el frío y el estupor corrieron por sus venas. Daniel había comenzado a alejarse como tenía que ser, como su familia quería, como esos lazos imperceptibles que lo resguardaban de su presencia tan temida. Se detuvo un instante para asegurarse que sus ojos no la habían engañado y casi presintió con el frío y la oscuridad matinal que esas palabras cerraban el capítulo inconcluso de un libro que fracasó en el intento.

Pasaron los días y los jóvenes no pudieron verse. Daniel atareado con sus estudios y Betina trabajando horas en la oficina. Eran las 16:30 y el celular vibró sobre el escritorio. La voz enérgica del joven sonaba ahora entrecortada, triste y resignada.

-“Betina mi amor, mis padres vendieron la casa. Nos mudamos el próximo fin de semana”, dijo Daniel a la vez que le suplicaba verla

-“Está bien mi vida, esta tarde nos encontraremos en el bar de la gasolinera de la avenida”, respondió ella abatida por la noticia.

La tristeza se había apoderado de la mente de Betina, la resignación había comenzado a invadirla. Los años y la experiencia la habían hecho recapacitar sobre las etapas naturales de la vida de cada persona, sobre los momentos vividos y aquellos por vivir, sobre el sacrificio en pos del amor y sobre todos los seres queridos que sufrían momentos difíciles ante la permanente burla ajena.

Eran las veinte horas y allí detrás del vidrio resplandecía ella que caminaba con sus rizos al viento. Casi corriendo llegaba a encontrarse y abrazarse como si nada en el mundo existiese alrededor. De pronto ella se puso seria y un tono distante en su voz le habló al joven desde su corazón.

-“Dany mi vida, debo confesarte que lo nuestro se volvió casi imposible de mantener. Tu familia espera mucho de ti y yo no puedo ofrecerte nada. Tú comienzas a vivir y yo ya tengo mi vida medio organizada. Además ayer me habló Lucas para encontrarnos y ambos coincidimos que aún nos queremos. Deseamos darnos otra oportunidad y la verdad que yo aún lo amo. ¡Lo siento! Lo nuestro nunca podrá ser por la diferencia de edad. Tú comienzas a vivir y yo no seré quién interceda en tus planes futuros. Tienes edad para viajar, especializarte en tu carrera en Nueva York, conocer a alguien de tu edad, casarte y tener hijos. Yo deseo continuar mi relación con Lucas interrumpida por vaya a saber que motivo… y además somos casi de la misma edad”, concluyó ella no muy convencida.

“¡Lucas!” – exclamó Daniel. “¡Ejemplo de hombre! ¿Y todavía lo nombrás con la boca llena de orgullo después de todo lo que te hizo sufrir?, le recriminó. “¿Qué pasó ahora con sus eternas confusiones y delirios? ¿Se convenció que aún te ama y que sos realmente una gran mujer? ¿O el sentimiento de culpa finalmente le ganó la batalla interna a su orgullo y necedad?”

-“¡No es así Daniel!”, no te pongas mal le suplicaba sabiendo que él tenía toda la razón.

-“¡Esto es así mi reina!”, le remarcó tomándola del brazo. “¡No soy idiota, ni tampoco soy él. A mí me basta mirarte para saber lo que pensás, me bastan tus silencios para entender lo que sentís porque te amo. Te has dado cuenta que es así y que no estabas acostumbrada a que lo hagan como debe ser!”, continuó Daniel enojado e impotente ante la situación. “Pero si es tu decisión la respetaré para que solo el tiempo te demuestre una vez más como se confunde y se enmaraña en la vida quien nunca supo entender los códigos del verdadero amor. ¡Cuánto lamento tu incapacidad de resguardarte de un sádico errante que nada tuvo ni tiene para ofrecer, porque la nada le queda grande!, respeto tu decisión amor y solo me queda esperar que seas muy feliz. Hasta pronto, que tengas suerte y no olvides que mi corazón siempre te estará esperando, aún más para seguir reparando las heridas que te causan”.

Alejandra y Jalil habían preparado toda la mudanza. Solo quedaba cerrar la imagen de sus días allí en su hogar. Los niños chicos correteando por los pasillos y jardines. Los cumpleaños y festejos. Los placares hoy vacíos de ropitas nuevas que olían a niñez feliz. El fogón en el living de tantos inviernos mientras peleaban por sus programas de TV favoritos. Y con un blanco pañuelo su esposo le enjugaba las lágrimas del adiós a aquellos boletines escolares de Daniel, a sus fotos de actos patrios escolares vestido de Belgrano y San Martín. Las fotos de Mendoza en el puente del Inca, recuerdo de la última vacación que la familia hizo con sus hijos adolescentes. Ese puente que hoy todos necesitaban cruzar para llegar al futuro que habían planeado. Ver a Daniel convertido en un economista de la banca internacional, casado con una joven y bella mujer con quien tendría muchos hijos.

Todo había tomado otro rumbo en la vida. El puente era solo una larga carretera por la que se conducían a gran velocidad sin ni siquiera reparar que antes de llegar estarían perdiendo a uno de los viajeros.

El tiempo pasó, los Mafud compraron otra casa en un barrio cerrado de la ciudad vecina de Villa Allende y Daniel viajó a Estados Unidos a concluír sus estudios en Economía y Administración de Empresas.

Betina sufrió por haberle mentido a Daniel sobre su reconciliación con Lucas, pero gracias a ello consiguió no detener al muchacho ni desviarlo de sus proyectos profesionales.

Siempre que caía la tarde ella contemplaba la casa del frente desde su jardín, pero con los nuevos dueños todo era distinto.

Desde su ventana en el alojamiento universitario, él apartaba la vista de los libros para buscar en los recuerdos a su dama del alma, a su reina de corazones que habían dejado huellas imborrables y a quien nunca más encontraría porque había vuelto con su antiguo amor.

-“Siento que la vida se me va. Siento que el silencio se apodera de mí, que llegó la soledad y me resigno a esto para dar refugio a este final que elegiste. Siento que mis días se nublan, que mis ojos vuelven a llorar, que me abraza el dolor y que no me deja respirar. Perdon Betina si no supe retenerte ni amarte como vos querías. Quizás no pude tampoco curar las heridas que tanto sangraban en tu corazón. Nada ocupará en mi alma tu lugar. ¡Cómo me lastima esta separación! ¿Cómo conseguiré vivir y recomenzar sin tu amor?”, repetía dolorido Daniel.

Pasaron los años y los Mafud visitaron a Daniel en Nueva York, allí le comentaron que su hermano se casaría en poco tiempo con la hija del socio de Jalil y que construirían una casita cerca de donde Alejandra y Jalil había logrado reconstruír una vida medianamente tranquila cerca de las Sierras Chicas Cordobesas.



DONDE QUIERAS QUE VAYAS, IRE CONTIGO
DONDE QUIERAS QUE ESTES, ESTARE CONTIGO
PORQUE TU DESTINO Y EL MIO
COMPARTEN EL MISMO IMPULSO
EL MISMO RUMBO,
EL MISMO PUNTO DE LLEGADA
EL MISMO LATIDO



A PESAR DE LOS INTRUSOS
QUE SEPAREN NUESTROS CUERPOS
NUESTROS CORAZONES SEGUIRAN SINCRONIZANDO
EL PASO DE LA BRUJULA QUE NOS GUIARA
ETERNAMENTE